Durante la mañana de este sábado 20 de julio, artistas visuales de Osorno organizaron una Jornada para repintar un Mural colectivo en contra de la entrada de las mineras y la Ley Antitomas, el cual había amanecido rayado durante la mañana de ese mismo día. Ésta fue realizada exitosamente en calle Diego Portales, al frente de la Estación Vieja de esta ciudad.
El mural comenzó a ser pintado a principios de este mes, y tras tres semanas de arduo trabajo colectivo, estaba prácticamente listo para el jueves 18, pero durante la mañana del sábado 21, éste amaneció rayado por otro grafittero. Sin embargo, gracias a la rápida reacción de los artistas, bastaron menos de 48 horas para que la obra principal volviera a relucir en las calles de Osorno.
Para la tarde del domingo 21, el mural ya estaba completamente terminado.
En esta obra, planteada como un gesto hacia todas aquellas personas y comunidades que están hoy encarando en carne propia la represión estatal, se posiciona un rechazo tajante la entrada de las Minería en nuestra Fütawillimapu, así como denuncia los peligros de la Ley Antitomas, mostrando en cada una de sus ilustraciones todo lo realmente importante que hoy debemos defender.
Hay un antiguo dicho que dice que los muros hablan lo que los medios callan, y hoy, en pleno 2024, cuando se busca esconder bajo la alfombra todo lo que está ocurriendo en el territorio, es importante reivindicar la tradición histórica del Muralismo político. En este caso, esta obra se posiciona dentro del resurgir del Muralismo político post -pandemia dentro de las calles de Osorno.
Es importante el reivindicarla, tanto como expresión creativa propia del arte callejero, y a su vez como expresión contrainformativa, cuya presencia busca quebrar la vida cotidiana de cientos de personas que, de otro modo, ni siquiera sabrían acerca de lo que acontece en esta tierra, y que al ver su elaboración, despiertan para sí una legítima curiosidad tanto con respecto a la estética artística como con el fondo del mensaje.
Precisamente por esto es que el muro del Molino Mariposa donde hoy se emplaza el mural del que hablamos es parte de la tradición de la agitación y propaganda de las organizaciones políticas y sociales del territorio. El alto tráfico del lugar, por donde pasan todos los recorridos de la locomoción colectiva de Osorno, así como vehículos particulares, garantiza de por si una alta visibilidad. No por nada, durante las últimas tres décadas, ha sido común ver en este lugar tanto rayados de consignas, así como tallarines y afiches alusivos a todo tipo de protesta
Al fenómeno anterior, se suma que durante la Revuelta Popular, todo el paso bajo nivel del Puente San Pedro y la variante Mackenna quedó repleta de obras que denunciaban y llamaban a tomar acción ante diversos conflictos sociales que hay en nuestro territorio, los mismos que hoy, en pleno 2024 sólo se han profundizado.
La mayoría de estos han comenzado a ser borrados, algunos por el paso del tiempo y su inevitable reemplazo por otras obras. Sin embargo, gran parte de éstos han desaparecido por una política deliberada de irlos eliminando, dentro de lo que se ha llamado como “Memoricidio”. En este caso, nos referimos en específico, a la acción intencional de ir eliminando toda huella, todo testimonio, por mínimo que sea, que nos permita mantener en la memoria, y por ende, recordar, que en el territorio hubo una Revuelta Popular y que los pueblos pueden volver a ponerse de pie y tener contra la espada y la pared a los poderosos, si así lo determinan en palabra y acción.
Así, en estos tiempos de Restauración neoliberal, en donde, desde todos lados nos bombardean con un “sentido común” que busca inculcarnos que hemos sido derrotados para siempre, cualquier denuncia de conflicto social se vuelve un hecho incómodo, ya sea para el Estado o para personas en particular que han asumido como propia esa propaganda de la derrota. El ejemplo más latente de aquello, a nivel local es el borrado con pintura blanca de la mayoría de los murales existentes bajo el Puente San Pedro hecho por la municipalidad.
Por ello jornadas de Muralismo político como las que se están se levantando son, desde la trinchera del arte, tanto un acto de rebelión frente al asesinato de la memoria rebelde de nuestros pueblos, así como también para envalentonarnos nosotros mismos para seguir de pie, aun con todo en contra.