21 de Noviembre de 2024

OPINIÓN – La canonización de Sebastián Piñera, Santo patrono del Estado/capital. Por Julio Cortés

“La mayor parte de los partidos políticos siguen valiéndose de imágenes míticas en su propaganda; siguen, esto es, fundando el futuro en la aceptación del pasado, confiando en la ilusión de trabajar por el progreso” (Furio Jesi, Mito y lenguaje de la colectividad)

“¡Arriba los corazones que vienen tiempos mejores!” (Sebastián Piñera, Programa de Gobierno, 2017).

Como en todos los últimos veranos en Chile, el gran acontecimiento de inicios del mes de febrero era la catastrófica irrupción de incendios forestales en la zona central, por efecto de la sequía y otros efectos de la depredación extractivista en la zona, que ya había causado más de 130 fallecidos, decenas de desaparecidos y miles de viviendas destruidas. Pero la agenda noticiosa olvidó repentinamente esta tragedia apenas se supo que el martes 6 de febrero el multimillonario hombre de negocios y ex presidente de Chile Sebastián Piñera Echeñique, de 74 años, había caído al Lago Ranco en la región de Los Ríos poco después de almorzar con un viejo amigo también empresario, a bordo de su helicóptero Robinson 44 que él mismo pilotaba. Sus 3 acompañantes (familiares y socios) lograron salvar con vida, mientras el cadáver del piloto tuvo que ser rescatado por buzos, a más de 20 metros de profundidad.

De inmediato el conjunto de los partidos del régimen, desde la derecha republicana de José Antonio Kast al Partido “Comunista” de Chile (SIC), se entregaron al ritual del “funeral de Estado”, con tres días de duelo oficial, guardias de honor y largas filas de asistentes en el edificio del Congreso en Santiago, con una cobertura incesante y unánimemente acrítica en la prensa y medios masivos.

Es sabido que como dice el dicho, no hay muerto malo, pero lo curioso del caso es que a la grotesca y “transversal” operación de blanqueamiento de su figura que hemos presenciado en estos días se ha sumado una “izquierda en el gobierno” que hasta hace muy poco consideraba que Piñera, además de ser un delincuente de cuello blanco desde sus primeros tiempos como capitalista, era un violador de derechos humanos, puesto que estando al mando del Estado, la policía y el ejército nos declaró la guerra durante la revuelta popular del 2019: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”. Las consecuencias de esa declaración de guerra desde el gobierno son conocidas: decenas de muertos, centenares de lesionados, miles de presos, y un récord mundial de mutilaciones oculares mediante uso de escopetas antidisturbios. Un estudio publicado en la revista Eye revela que “La mayor cifra de trauma ocular se sitúa en un período de seis años, de 1987 a 1993, en el conflicto palestino-israelí. Ahí se registraron 154 casos. Nosotros registramos 182 casos en cerca de un mes y medio sólo en el Hospital del Salvador”[1].

Estas masivas violaciones de derechos humanos seguían un mismo patrón y se repitieron al menos desde octubre de 2019 hasta marzo de 2020, cuando el encierro pandémico terminó con la protesta en las calles del país. La responsabilidad de mando (penal y política) necesariamente llegaba hasta él, y estaba siendo investigada en algunos procesos penales aún en curso.

Esta responsabilidad innegable en la represión del estallido social se agrega en el prontuario de Piñera a su comportamiento como capitalista y especulador, caracterizado por actuar al filo de la ley, y que le acarreó ya en 1982 una orden de procesamiento por delitos cometidos como Gerente del Banco de Talca, de la que se ocultó por casi un mes, hasta que las gestiones de la ministra de Justicia de la dictadura en esos años lo salvaron de ir a prisión, como ella misma reconoció años después[2]. Luego de eso, se hace difícil detallar el listado completo de comportamientos que lo tuvieron como foco de diversas investigaciones penales, de las que siempre salió airoso porque el sistema penal no persigue a estos gentlemen con la misma intensidad que los pobres diablos que cometen delitos comunes[3]. Su mala fama en estos asuntos era tal que, tal como supimos el 2010 por los Wikileaks, un Informe de la Embajada de Estados Unidos en Chile señalaba: “Tenaz y competitivo, Piñera maneja tanto sus negocios como su política hasta los límites de la ley y la ética”.

Nada de eso importa ahora: la República de Chile cuenta con un nuevo héroe en su panteón, considerado retroactivamente como uno de los más grandes estadistas que ha tenido este país, y calificado por el presidente Boric como “un demócrata desde la primera hora”. El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual destaca sus “indiscutibles avances en materia de igualdad ” y  se suma a la Guardia de Honor  del “primer presidente en el ejercicio de su cargo que recibió al movimiento de la diversidad sexual y de género y a las víctimas de la homo/transfobia”[4].

En el 2021 en cambio, con el estallido social y el brutal accionar represivo aún fresco en la memoria, Boric en plena campaña electoral le había advertido: “Sepan que a quienes sean responsables los vamos a perseguir nacional e internacionalmente con todas las vías de la ley, así que señor Piñera, está avisado”. Pero esta enésima voltereta del líder del Frente Amplio no fue tan sorpresiva como otras: ya en agosto del 2023 invitó a Piñera a ir juntos en el avión presidencial al cambio de mando en Paraguay, y señaló públicamente “no tener dudas” acerca de que su antecesor era “un demócrata”. A la leyenda democrática que se ha tejido ayuda el hecho de que Piñera no provenía de la derecha tradicional, sino que de una familia demócrata cristiana, y que según se dice, es el líder “menos pinochetista” de la derecha, razón por la cual es el único de su sector que ha logrado llegar a la presidencia por vía electoral en más de medio siglo, y no una sino dos veces (2010-2014 y 2018-2022). La leyenda ahora va tan lejos como para atribuirle un rol activo en la oposición a la dictadura en los años ochenta.

Como era esperable, una multitud de personas desafió el intenso calor haciendo fila para despedir el cuerpo del ex mandatario, que no sólo falleció de forma trágica (a diferencia de Pinochet y Aylwin, que murieron de viejitos en sus camas) sino que como un héroe, pues según nos dice una hermana que lo acompañaba en el helicóptero, les ordenó saltar para salvarse, y él se quedó en su nave como corresponde a un buen capitán (“Salten ustedes primero, porque si yo salto con ustedes, el helicóptero les va a caer encima”). En este relato nada se dice del hecho de que decidir volar en condiciones climáticas adversas (viento y lluvia), para recorrer una distancia bastante corta (siete minutos) entre el fundo en que estaba y el suyo propio, parece un comportamiento temerario e irresponsable que expuso no sólo su vida, sino que la de todos sus acompañantes[5].

En el contexto de adoración y fervor piñerista postmortem, la derecha se vanagloria de haber asestado un golpe de gracia al “octubrismo”, e incluso a través de sus medios más combativos proclama que los discursos de Boric y Bachelet en el funeral de Estado constituyen un reconocimiento explícito de que en realidad Piñera “no fue un violador de DDHH”[6]. Los más desmesurados han llegado a decir del Berlusconi chileno que fue Piñera que es lo más parecido que hemos tenido a un Leonardo Da Vinci[7], porque hizo de todo y vivió “varias vidas en una”.

Mirando las cosas en perspectiva, pareciera que este funeral de Estado viene a coronar el lento pero profundo “contra-estallido” que se ha producido a partir de las negociaciones que dieron lugar al acuerdo del 15 de noviembre de 2019, cuyos protagonistas fueron precisamente Piñera y Boric. Si con ese acuerdo lograron de a poco desmovilizar a los millones que habían salido a las calles en contra de los abusos del poder político y económico, y desviar las energías populares hacia un “paso a paso” electoral que incluyó dos procesos constituyentes fracasados y que culminó cuatro años después con la ratificación de la Constitución vigente, ahora la clase dominante va a por todo: Boric pide disculpas a nombre de la izquierda por haber sido “injustos” con Piñera durante su mandato, y la derecha acepta las disculpas exigiéndoles renunciar para siempre a cualquier pretensión “refundacional”. A fines del año pasado Piñera ya había dejado instalada la idea de que la espontánea y descontrolada revuelta del 2019 había sido en verdad un “golpe de estado no tradicional” urdido en su contra.  

Es difícil saber qué efectos tendrá a largo plazo la canonización de Piñera[8]. Sabemos que en este ámbito los datos reales de la trayectoria de un personaje importan bastante poco comparados con la imagen mítica que de él se construye a nivel cultural. ¿Es posible que el ícono Piñera se instale en el imaginario del “pueblo de derecha” como algo bastante diferente a la figura de Pinochet -al cual según el relato apologético “siempre se opuso”[9]– o la de Jaime Guzmán -arquitecto de la Constitución de 1980, católico reaccionario devenido neoliberal? ¿O que se produzca una especie de amalgama entre la derecha militar/autoritaria/católica y la capitalista/liberal-libertaria, en sintonía con el crecimiento a nivel global de diversas “fusiones” derechistas poco coherentes pero muy efectivas en que coexisten y se potencian diversas formas de ser de derechas? -que es lo que ha pasado en Argentina con el macrismo/mileísmo y la alianza entre gorilas, anti-globalistas, tradicionalistas, “libertarios” y otras yerbas-. Difícil saberlo ahora.

Lo cierto es que el funeral de Estado es un ritual poderoso y efectista, parte esencial de la “máquina mitológica” con que ha operado siempre la derecha, tal como señalaba en los setenta el italiano Furio Jesi[10].

Tal vez la novedad de nuestro tiempo es que en esta mega-evento que acabamos de presenciar coincidan tan grotescamente quienes hasta hace pocos años vociferaban anunciando que “el neoliberalismo nace y muere en Chile”, y ahora hacen penosos mea culpa y derraman lágrimas por un espécimen que murió tal como vivió: disfrutando de descomunales privilegios, desafiando agresivamente a las fuerzas de la naturaleza, y así o todo, gozando de la simpatía y admiración de una enorme franja de seres humanos desprovistos de casi todo excepto el derecho a seguir trabajando para sobrevivir, proletarios desclasados que contemplan felices la vida llena de logros de los miembros más destacados de la clase capitalista.  

*Ilustración de Rene Bon.


[1] https://www.bachillerato.uchile.cl/destacados/revista-eye-de-springer-nature-publica-y-destaca-investigacion-de-la-u-de-chile-sobre-dano-ocular-durante-el-estallido-social/

[2]“Mónica Madariaga ex ministra: Sebastián Piñera estuvo preso y prófugo por el robo al Banco de Talca”:

[3] Un buen resumen se puede ver acá: https://www.latercera.com/opinion/noticia/columna-de-daniel-matamala-prontuario/CJOVRMHMGNCLFPHSFFGRMOKERQ/

[4] https://www.emol.com/noticias/Nacional/2024/02/08/1121153/movilh-guardia-honor-pinera-igualdad.html

[5]Algunos testimonios y aspectos técnicos (como que era un “helicóptero barato” y que la cabina se empañó) se pueden ver en “ACCIDENTE POR MUCHA CONFIANZA”: Habló amigo e instructor de Sebastián Piñera”:  https://www.youtube.com/watch?v=hgVatLpx9z4

[6] https://www.ex-ante.cl/lo-que-hay-tras-el-mea-culpa-que-hizo-boric-en-la-despedida-de-pinera-y-su-implicancia-politica/

[7] Si no me cree, mire esto: https://www.youtube.com/watch?v=ADyI-LEvVfM

[8] Un buen análisis sobre su posible legado se encuentra acá: https://www.ciperchile.cl/2024/02/08/sebastian-pinera-legado-en-la-derecha/

[9] En este video se puede ver cómo en 1998 el entonces senador Piñera defiende al general Pinochet, detenido en Londres: https://radio.uchile.cl/2017/09/05/cuando-pinera-defendia-a-pinochet/

[10] https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=2370