14 de Octubre de 2025

Las falacias del antropólogo Alcamán: cuando los argumentos apuntan a negar la identidad mapuche en el Pilmaiquén. 

Presentación y propósito.

El presente análisis se hizo a partir de una lectura a contrapelo de “Las imposturas en el Pilmaiquén, una nueva forma de colonialismo”, escrito por Eugenio Alcamán, antropólogo e historiador, publicado en la página web de radio Bio Bio, el 6 de septiembre del 2025. Nuestro artículo pretende desmontar los argumentos de odio y desprecio que levanta el antropólogo contra una autoridad mapuche, la machi Millaray Huichalaf, y de la organización a la que pertenece, el Ayllarewe del Ngen Kintuante del Pilmaiquén. Argumentos que buscan construir una prueba judicial incriminatoria para culpar a la Machi.

El escrito de Alcamán fue redactado a propósito de la muerte de 2 personas por inmersión en el contexto de una ceremonia mapuche en el río Pilmaiquén ocurridas el día 19 de agosto. En la ribera de este rio se ha extendido un conflicto por más de 15 años entre comunidades mapuche y empresas hidroeléctricas, que han instalado represas en él y que actualmente pertenecen a la noruega Statkraft. Por lo que el articulo del antropólogo no es una simple preocupación por las víctimas de este accidente, sino que un aprovechamiento político a favor de las empresa y de las comunidades a las que mantiene bajo su control por medio de cohecho.

El discurso de Alcamán es una expresión de una interpretación particular de la historia de la Fütawillimapu, creada en los años 90s por un grupo de historiadores y antropólogos, más el discurso de la empresa noruega que ha intervenido en las comunidades “lepuneras”, materializado en el marco de un medio de comunicación antimapuche dirigido por los hermanos Mosciatti. Evidentemente el artículo está escrito de forma mañosa y de mala fe, marcando el piso ideológico de la persecución a la machi. Desde su título “Las imposturas en el Pilmaiquén, una nueva forma de colonialismo” es una clara provocación contra quienes durante años han luchado por la defensa del río y el Ngen Mapu Kintuante.

Rara forma de entender el colonialismo tiene el antropólogo, al calificar en el título de su artículo como “impostura” y “nueva de forma de colonialismo” la lucha que llevan contra diferentes proyectos hidroeléctricos comunidades de la orilla del Pilmaiquén y de otros territorios cercanos. Es más, aprovechándose de su investidura académica recurre a construir un discurso criminalizador sobre la machi Millaray Huichalaf y su entorno.

Alcamán, destacado investigador y conocedor de la historia mapuche-huilliche, autor de uno de los artículos fundamentales para comprenderla «Los mapuche-huilliche del Futahuillimapu septentrional: expansión colonial, guerras internas y alianzas políticas (1750-1792)»; además, compilador de documentos fundamentales para el pueblo mapuche-williche como lo son los Memoriales, reunidos en su libro “Memoriales Mapuche – Huilliche. Territorios Indígenas y Propiedad Particular (1793 – 1936)”. Su obra sin duda no se puede pasar por alto a la hora de referirse a la historiografía del territorio williche.

¿Por qué Eugenio Alcamán cuestiona la autoridad de la machi Millaray? La intención de este artículo no es adentrarse en las antiguas polémicas que han existido en el pasado entre el antropólogo y las comunidades que defienden el espacio del Ngen Mapu Kintuante, sino en analizar su discurso y cómo revierte el enfoque anticolonial contra las propias comunidades que luchan por reconstruir su historia y cultura, desde la concepción propia mapuche.  

Su artículo ciertamente está marcando la pauta represiva en su recurrente modus operandi, donde siempre es primero la prensa quien apunta a cierto “enemigo” sin tener argumentos decisivos para acusar y culpar. La radio Bio Bio continuamente recurre a argumentos falaces para deslegitimar las políticas y acciones de comunidades mapuche.

Citando al propio Eugenio: “La falacia es un argumento incorrecto. Entre las falacias, la falacia del consecuente consiste en que de un antecedente cierto se concluye una consecuencia falsa. Cierta corriente historiográfica reincide en este tipo de falacias. Si estas falacias se aplicarán a hechos actuales resultarían absurdas para cualquiera, incluso para quienes recurren a estas falacias en la historia indígena”. Ciertamente el discurso de Alcaman es un discurso falaz al relacionar antecedentes y conclusiones respecto a lo que se vive en la rivera del Pilmaiquén, “encadenando” sucesos sin que necesariamente exista una relación de consecuencias de unos con otros.

De esta manera, el artículo de Alcamán primero apunta a negar la autoridad de una mujer que ejerce como autoridad. Esta negación por parte del académico es un ejemplo de lo que es la “violencia Epistémica” ¿Qué es esto? Una episteme es una forma de conocer, de considerar lo que es cierto o no, un régimen de verdad que se da, sobre todo, en las ciencias (exactas o humanas). La violencia epistémica es: “la alteración, negación y en casos extremos como las colonizaciones, extinción de los significados de la vida cotidiana, jurídica y simbólica de individuos y grupos.” (Spivak 1988). En este contexto, el antropólogo, desde su posición de poder dado por la academia, decreta que la machi es una invención, a quien describe como: “Una mujer que se asume como líder religiosa invistiéndose con la institución de mayor respeto y credibilidad dentro del pueblo mapuche, que se hace seguir por un grupo de individuos ávidos de evidenciar su pertenencia mapuche, contagiados por los grupos radicalizados mapuches de Arauco y La Araucanía, en un contexto sociocultural de transformación y pérdida de la matriz cultural ancestral”.

Cómo interpreta los hechos y llega a conclusiones tendenciosas.

La tragedia que concluyó con la muerte de Mariana Huaituyao y Juan Ariel Maripán en el río Pilmaiken, en el contexto de una ceremonia mapuche, es interpretada por Alcamán como “el último suceso de una cadena de imposturas”. Cadena que denomina “una nueva forma de colonialismo que se propone deliberadamente colonizar una cultura mediante la imposición, la suplantación y la descalificación de los desplazados”. Esta aseveración es la tesis que defenderá en su artículo.

El uso de la metáfora “cadena” es utilizada por el autor para referirse a lo que sería una serie de “impostura” que estarían relacionada y que pasará a detallar más adelante. Llama la atención porque revierte el discurso decolonial de la academia sobre prácticas culturales propias del pueblo mapuche que este pensamiento debiera defender ¿no es la práctica de la salud mapuche dirigida por una machi una práctica propia? Pero el académico la trata como “impostura”, “suplantación”.

Por último, respecto a esta aseveración ¿quiénes son los “desplazados”? Se utiliza esta palabra para designar a personas que debido a un conflicto armado deben abandonar su residencia habitual, usándolo respecto a un lugar donde no existe dicho conflicto, ni tampoco se ha tenido que ir nadie de su hogar producto de algun tipo de violencia imperante.

De esta forma vemos como se presenta como una consecuencia de un encadenamientos de situaciones de “imposición”, “suplantación” y “desplazamiento” que se han sucedido en los últimos años, la muerte accidental de una menor y un adulto mapuches. Situaciones que no tienen relación unas con otra, pero que Alcamán las “encadena” para hacerlas pasar como antecedentes de una consecuencia.

Ataque directo a la Machi Millaray y su gente.

Alcamán ataca directamente a la Machi Millaray Huichalaf a quien desconoce como autoridad ancestral, atacando, además, a su entorno familiar y social “hubo personas que les creyeron y siguieron en sus invenciones”. Esto ocurrió porque según el antropólogo, “no habían sido formados en la matriz cultural y las normas del derecho consuetudinario mapuche”. La Machi, según él, no es una autoridad reconocida en el territorio sino una “invención” construida y apoyada por otros.

Califica de invenciones las prácticas de la machi y a las personas que atiende de “creyentes” seguidores de una sanación “shamánica”. Utilizando este último término en forma despectiva, ocultando el significado antropológico del este término, lo que resulta realmente alarmante viniendo justamente de un antropólogo.

Permanentemente, a lo largo del texto se insiste en usar palabras y expresiones que refieren a la idea de “Invención”: “no habría sido posible si no hubiera habido quienes los inventaron”, “apoyaron en la creación”, “quienes informaron el uso que se iba hacer de ellos”. A lo que suma un tercer grupo “quienes la siguieron”. Todas estas para desautorizar a Huichalaf.

Ataque a su entorno social.

Dentro de estos “seguidores” de la Machi estarían también todos los que hicieron trabajos investigativos académicos en defensa del Ngen Mapu Kintuante, desde distintas disciplinas, como el derecho indígena, la historiografía, la antropología y otras más. Obviamente hay una lógica de criminalización de todas las personas que “creen” en la machi, incluidos sus propios colegas. citando su artículo: “se fueron plegando antropólogos, académicos, instituciones alternativas variadas y organizaciones de la sociedad civil, combinando informes técnicos, informes periciales y artículos académicos. Algunos de éstos fueron agregados en expedientes judiciales”. De quienes insinúa que están relacionados con “actos violentos contra bienes de particulares, ocupación de predios, ataques incendiarios, atentados a trabajadores, a móviles de carabineros y a instalaciones de las empresas en la zona”.

Estos seguidores son un grupo de sujetos “ávidos de evidenciar su pertenencia mapuche”, sobre quienes proyecta la imagen de personas enfermas al estar “contagiados por los grupos radicalizados mapuches de Arauco y La Araucanía”. La enfermedad sería la “radicalidad mapuche”, cuyo foco de infección, según la mente de Alcamán, está ubicado en la llamada por la prensa “zona roja del conflicto mapuche”.

Ciertamente es un contexto diverso: la realidad de la Fütawillimapu, sur de la región de Los Ríos y Región de Los Lagos donde se habría perdido la “matriz cultural”, según la jerga utilizada por el académico. Ahora bien, tomando sus mismas palabras, entendiendo la forma de pensamiento mapuche, es de esperar que en lugares donde se perdieron aspectos de aquella “matriz cultural ancestral” vuelvan a renacer expresiones de espiritualidad mapuche como lo ha sido el renacer de pu machi en la Fütawillimapu. Es más, el mismo lepun que él defiende, en sus formas y modos actuales , no sólo responden a formas propias de cada territorio de ver el müpiltun, sino que surge en un contexto de resistencia hacia esa persecución, donde, por casi un siglo y medio, la espiritualidad mapuche debía practicarse en clandestinidad o a contrapelo, a sabiendas que podían ser hasta interrumpidas por la misma policía del Estado.

Como él mismo dice “desde hace menos un siglo, no existía machi en los sectores de Carimallín (El Roble y Maihue)” ¿Acaso estos cargos dentro de la cultura no se dieron ocultos en otras formas que fueron denominados como curanderas/os o meicos/as? Es necesario recordar que esta no existencia de pu machi en la zona se debió a la labor de las misiones católicas, en territorios organizados por el Estado en comunas que fueron bautizadas con nombres católicos como San Pablo o San Juan, y esto también pasó en la comuna de Rio Bueno, donde está ubicado el Ngen Kintuante. El surgimiento de autoridades ancestrales como los machi, sobre todo durante el s. XXI, responde al triunfo de la misma resistencia hacia la persecusión previamente planteada, que se da paralelo a la retirada de los últimos misioneros del territorio.

Nostalgia por el arcoíris del antropólogo.

Alcamán construye una visión belicoso de los seguidores de la machi. En su artículo dice: “El odio tan grande contra el “Estado opresor”, o de otros contra la Concertación, fueron motivos suficientes para responder a las indicaciones de la «machi» de manera precisa”. Aquellos que siguen estas indicaciones son gente sin capacidad de razonar y que la siguen ciegamente, siempre encerrada la palabra Machi en comillas francesas, para resaltar su condición de “invención”.

“Odio al “estado Opresor”,” sería una consigna que reivindica la machi, como también su odio a la “concertación” haciendo referencia a la Concertación de Partidos por la Democracia. Conglomerado político que ya no existe, pero del que el autor fue partidario.

La Concertación dejó de existir desde el 2013, producto del desgaste, decadencia y la desaprobación ciudadana. Recordemos que esta coalición fue protagónica en el impulso de mega centrales en los años 90, siendo la Represa Ralco y su defensa por parte del presidente Frei Ruiz Tagle un antes y un después dentro de un movimiento mapuche que, desde 1990 hasta 1997, en su mayoría le había dado el beneficio de la duda a esta coalición. Este quiebre fue tal, que no sólo produjo la renuncia del primer director de CONADI, Manuel Namuncura, sino que, además, dio inicio a uno de los primeros conflictos directos contra un proyecto de inversión, clave en la bola de nieve que, terminó derivando en los sucesos de Lumaco y en el surgimiento de lo que hoy conocemos como Franja Autonomista.

Asi, en consonancia a esto último, bajo sus últimos periodos de gobierno de la coalición se habían dejado aprobado proyectos hidroeléctricos a la Empresa Hidroeléctrica Pilmaiquén, que en ese tiempo era dueña de la central hidroeléctrica Rucatayo y Pilmaiquén. También tenía proyectadas dos hidroeléctricas más en el río, presentadas en la DGA y que contaban con aprobación ambiental desde el 2009. Todo este paquete sería vendido a la empresa estatal Noruega Statkraft, paquete que incluía el conflicto.

Cabe agregar a lo anterior que, si bien hoy actualmente no existe la Concertación como tal, tras su disolución, las diversas expresiones de la centroizquierda (es decir, el ala izquierda del Partido del Orden Neoliberal) se han agrupado, primero, en la Nueva Mayoría que llevó al poder a Michelle Bachelet en 2015. Posteriormente en Apruebo Dignidad/Socialismo Democrático, el cual, tras el Acuerdo del 15 de Noviembre del 2019, llevó a la nueva generación de esta sensibilidad política al poder, a través de Gabriel Boric, presidente hoy en ejercicio.

Acá hay que aclarar que hay toda una corriente historiográfica que instaló la idea de que el Williche sería una parte del pueblo mapuche que sería pacífica. Esta corriente de la que forma parte él, que tuvo su auge en los 90s en pleno periodo de gobierno de la concertación, enfocó la historia williche solo en la historia del Cacicado como una instancia negociadora. Primero, con la corona española (Parlamento de las canoas de 1792), y posterior a las Campañas de Cochrane al sur de Osorno -última acción militar apoyada por éstos en contra de la corona (Esto esta relacionado con el relato sobre Beauchef de Domingo Quintupurray)-. Que luego prosiguió esta relación de diálogo con el Estado Chileno. Bajo la naciente república los caciques actuaron como garantes de esta “vía política” de paz y entendimiento. Luego, en el siglo XX, el cacicado se verá sobrepasada por el ímpetu de las comunidades y territorios, quienes haciendo valer tanto su acción propia e influenciados por el pensamiento revolucionario de la época, dieran origen a un periodo de gran alzamiento de la Fütawillimapu. Iniciado en 1941 con la Recuperación y Matanza de Wakawinkul hasta el Golpe de Estado de 1973. 

Asi, durante esta época, la, en aquel entonces, Federación de Caciques se vio paulatinamente empujada a apoyar estos procesos de recuperación. Radicalizando sus posturas desde el autogobierno planteado por el Memorial de 1936, hasta el protagonismo que tuvo el ülmen Mateo Pangil durante el proceso de la Unidad Popular. La figura más destacada de este período histórico es, sin duda, Juan Segundo Catrilef, El Gallito, weichajo presente en la mayoría de las recuperaciones territoriales costeñas de la época, y quien, en legítima defensa dio muerte al colono Max Elze el 14 de febrero de 1959.    

Si a usted, lector, no le suenan conocidos ninguno o casi ninguno de los acontecimientos y nombres anteriormente mencionados, esto no es casualidad. Académicos como Eugenio Alcamán son uno de los artífices de esta máxima que postula al mapuche williche como pacifico, en contraposición al “pikunche violento”. Tesis que expresa claramente cuando dice que la machi y su gente fueron “contagiados por los grupos radicalizados mapuches de Arauco y La Araucanía”. El trabajo de algunos académicos, quienes han operado políticamente en el territorio, a nombre de Santiago, han sido esta camada de intelectuales, quienes, de forma deliberada, se han dedicado a borrar todo aspecto de la Historia de la Fütawillimapu posterior a 1792 que tenga algún olor a confrontación y lucha social, dirigiendo un asesinato de la memoria local que aún tienen consecuencias.

De hecho, este memoricidio no sólo afecta a la historia mapuche williche, sino también a la del pueblo trabajador chileno y su historia de luchas sindicales, De este modo, lograron que dos generaciones completas que hoy cuentan entre 45 y 25 años hayan construido un “sentido común”, en el cual realmente piensan que habitan un territorio que no ha tenido historia ni conflicto social en más de dos siglos. Esto llega a extremos tan aberrantes que, toda una generación de mapuche y chilenos, nacidos y/o criados al sur del Río Bueno, cree sinceramente que la confrontación a los intereses del Estado y el Capital en la Fütawillimapu nació con el Movimiento Estudiantil del 2006 y terminó con el Triunfo del Rechazo en 2022.

A continuación, revisaremos una seria de oposiciones que parten de la dicotomía araucanos violentos vs williches propone Alcamán y que son ideas que han tratado de fijarse como máximas o tópicas respecto al Butalmapu williche.

Araucanos violentos vs williches pacíficos.

O radicalizado mapuches Arauco y la Araucanía y dialogantes huilliches del Valdivia y Llanquihue, también podría ser el titulo de esta sección. Esta oposición también en las expresa Alcamán en la oposición entre la “«machi» que “la mayoría no creyó” y las «Autoridades religiosa tradicionales de donde se encuentra el sitio sagrado denominado Señor Kintuante”. Según el antropólogo la machi abría “comenzado a suplantarlos” con el fin quedarse con el control del “sitio”.

Existe también una disputa por el conocimiento en torno a la esencia de Kintuante. Respecto a esto Alcamán propone que Kintuante es un “ser encantado” por sobre “el concepto de ngen”. Dentro de lo que Alcamán llama “panteón religioso” mapuche-williche, el lugar que ocupa Kintuante es claro para quienes practicamos el feyentün mapuche. La categoría de “encantados” aquí Alcamán la aplica de forma mañosa y errada, para designar a ciertos Ngen Mapu que asumieron estos roles, al decidir irse a vivir de forma voluntaria a esos lugares. Son los casos de Wenteyao y Kintuante, cuyo vínculo familiar, es de hecho, el que sostiene la relación espiritual entre ambos lugares.  Es lo que, en otros territorios ocurrió con Mankean en Mariquina, o la Huenchula – esposa del Millalame y madre de la Pincoya- en Chillwe. Todos ellos tienen en común que no sólo son jefes en sus “hogares”, sino que son Ngen Mapu de grandes extensiones del territorio mapuche.

Al menos, en nuestro entendimiento, los encantados siempre los hemos comprendido como aquellos seres humanos que, por cometer de forma explícita una transgresión al pueblo, o simplemente meterse donde no debía (ambas dos, formas de trafentu), debe quedase en ese lugar para siempre, pero que no asumen ese rol de Ngen Mapu. Por ejemplo, ese es el caso los soldados españoles que desaparecieron en la laguna Kusripuyewe pa la rebelión de 1574; el caso de la tripulación del Kaleuche en Chillwe o, más recientemente, lo que se dice de las personas que, en las zonas cordilleranas, sobre todo para Caulle, Puyehue y el Puntiagudo, llevan desaparecidas sin resultados por más de 20 años. Lo que busca Alcamán con este uso mañoso de Encantado, es legitimar este concepto como algo propio del williche, por sobre el concepto Ngen, que sería un concepto ajeno de origen “araucano”.

Por último, Alcamán opone los términos “ayllarewe” a “lepun”. Según Alcamán dice que “se crea una organización que llaman Ayllarewe” como una forma de “remplazos semánticos”, es decir de sentido, dentro del territorio del Pilmaiquen, que “respaldara las actividades de la «machi» dado que ninguna de las comunidades vinculadas con el Señor Kintuante la reconocían”. Diciendo todo esto a pesar de la evidencia que hay sobre la existencia de Ayllarewe desde el centro del actual territorio chileno hasta Chiloé. Según Alcamán los Ayllarewe no existían en la Fütawillimapu. Insiste en defender la tradición del Lepun como la única en ser capaz de dar cuenta de la tradición cultural mapuche-williche que se desarrolla en la rivera del rio Pilmaiquén. Lo que se entiende por Lepun hoy es una especie de festividad religiosa que efectivamente venera a Kintuante y otros Ngen cercanos. Es una tradición en la zona, una fiesta producto de la transculturación que une elementos propiamente mapuche-williche con elementos chilenos y cristianos. Aca no tratamos de desconocer ni desvalorar esta tradición, no tratamos de oponer unos con otros sino de reconocer el valor que a pesar de los años y procesos de transculturación y persecución aún perdura el culto a Kintuante.

            Acaso, ¿no se nombra Ayllarewe en crónicas y documentos antiguos? ¿Es un error de comunidades y personas querer recuperar la organización tradicional más antigua? Eso es lo que nos plantea el antropólogo.

Conclusiones

Es importante realizar este tipo de análisis porque, como hemos visto en otros artículos posteriores, aparecidos en el mismo medio, se proyectan estas máximas ideológicas a otros textos, donde se ataca a la machi, se ataca la organización e incluso se llega a proponer que es el estado quien tendría que decir quién es la autoridad mapuche o no. Los artículos que se han publicado después han construido una imagen demoniaca de la machi Millaray, recordando los mejores tiempos de la inquisición. El ejemlo más claro, es el artículo que salió el día después de la publicación de Alcamán, de autoría de Sandra Martínez Tapia titulado “La “machi” de los sacrificios: la oscura trama detrás de ritual que terminó con dos personas muertas”. Acá es patente la construcción de un escenario de película de terror tras las practicas de medicinales y espirituales mapuche.

Tras el discurso de Alcamán resuena el discurso de “Responsabilidad Social Empresarial” de Startkraft, quien ha estado permanentemente tratando de comprar a las comunidades, dándole distintos regalos y beneficios con el fin de legitimar su intervención criminal en el afluente. Incluso saco un libro de fotos que dan cuenta de la ceremonia del Lepún. Pueden verlo acá. También resuena el permanente discurso criminalizador de la radio Bio Bio. No es casualidad, ni por un afán de conocimiento que este medio de tribuna a Eugenio Alcamán. Resuena también su propio discurso que intenta instalar la idea de que el Williche es una identidad principalmente negociadora en contraposición de mapuche violento de Arauco y la Araucanía.

Lo que está en juego aquí y lo que se disputa es el control del conocimiento, el control de quien tiene la verdad sobre decidir quién es una autoridad ancestral en el territorio del rio Pilmaiquén en particular y, más ampliamente, en toda la Fütawillimapu. Lo que claramente es una ofensa para todo aquel que practica el feyentun mapuche y practica la medicina mapuche recurriendo a algun machi en los territorios al sur del Wallmapu. Lo que pretende construir Alcamán en su artículo es una prueba judicial incriminatoria contra la Machi Millaray. Prueba de esto como termina el propio artículo de Sandra Martínez: “hoy, fuentes conocedoras de la indagatoria aseguran que el caso Millaray está siendo investigado. Un informe antropológico determinará su investidura”.

¿Quién realizará dicho informe?